Houston enfrenta un debate histórico: ¿hasta dónde deben llegar las leyes que restringen la ayuda a personas sin hogar en espacios públicos?
El futuro de los espacios públicos en Houston y el derecho de las personas sin hogar a recibir ayuda está nuevamente en el centro de un debate legal y social que divide a la ciudad. A pocos meses de un juicio federal, la discusión sobre cómo y dónde se pueden ofrecer alimentos y asistencia humanitaria se ha intensificado, generando preocupación entre organizaciones, autoridades y la comunidad hispana que convive día a día con esta realidad.
Una historia que viene de lejos
La tensión sobre el uso de los espacios públicos en Houston no es nueva. Desde principios del siglo XX, con la donación de George Hermann —filántropo que dejó su fortuna para crear parques y hospitales de caridad—, la ciudad ha lidiado con la pregunta de quién puede usar las áreas comunes. Hermann incluso destinó lo que hoy es la Plaza Hermann y la sede del City Hall como “espacio de respiro” para quienes no tenían hogar, defendiendo que nadie debía ser molestado por descansar allí.
Sin embargo, con el paso de las décadas, las reglas cambiaron. Desde los años 2000, el Ayuntamiento aprobó ordenanzas que regulan actividades tan básicas como sentarse en banquetas, pedir dinero en la calle o repartir alimentos en espacios públicos.
Restricciones al reparto de comida
Uno de los temas más controvertidos es el reparto de alimentos. Desde 2012, una ordenanza obliga a cualquier organización o voluntario a tener permiso para dar más de cinco comidas en lugares públicos. Aunque inicialmente se ofrecieron múltiples parques para estas actividades, la lista se redujo hasta prácticamente eliminar todas las opciones, salvo una: la acera junto a la Biblioteca Central en el centro de Houston.
Allí, el colectivo Food Not Bombs continúa ofreciendo cenas vegetarianas gratuitas a personas sin hogar. Para ellos, no se trata solo de alimentar a los más necesitados, sino también de un acto de protesta política: cuestionar el gasto gubernamental en armas en lugar de atender necesidades básicas como la vivienda y la salud.
La ciudad, en cambio, argumenta que la limitación busca garantizar la seguridad alimentaria y mantener el orden en espacios públicos. En varias ocasiones, funcionarios han señalado que algunos parques fueron “tomados” por consumidores de drogas sintéticas como el kush, lo que obligó a cerrar actividades caritativas en esos lugares.
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Un conflicto que llegó a los tribunales
La disputa entre Food Not Bombs y la ciudad escaló en los últimos años. Entre 2020 y 2023, voluntarios del grupo recibieron más de 100 multas que sumaban alrededor de 25,000 dólares, pese a que un juez emitió una orden temporal para frenar la aplicación de la ordenanza.
El caso ahora está en manos de un tribunal federal, que deberá decidir si servir alimentos en espacios públicos constituye un derecho protegido por la libertad de expresión y de religión, o si las preocupaciones de salud pública permiten imponer restricciones más severas. El juicio está programado para octubre de 2025.
Impacto en la comunidad hispana de Houston
La comunidad hispana no es ajena a esta situación. Según datos del Houston Coalition for the Homeless, alrededor del 25 % de las personas sin hogar en la ciudad son de origen latino. Muchos enfrentan barreras adicionales, como el idioma o el estatus migratorio, que dificultan el acceso a programas oficiales de vivienda y salud.
Para familias latinas en vecindarios como el East End o Gulfton, los parques y bibliotecas han sido históricamente espacios de encuentro y apoyo mutuo. Las restricciones actuales no solo afectan a quienes reparten alimentos, sino también a quienes dependen de estas redes de solidaridad para sobrevivir.
Houston y el dilema de sus espacios públicos
Houston es conocida por ser una ciudad sin zonificación, lo que en teoría le da más libertad a la hora de organizar su crecimiento urbano. Sin embargo, en materia de espacios públicos, la tendencia ha sido hacia una regulación cada vez más estricta.
Actualmente, dormir en banquetas del centro o de zonas como East Downtown puede derivar en multas, y sentarse en lugares públicos fuera de horarios permitidos también es sancionable. En total, se estima que desde 2020 se han impuesto más de 9.5 millones de dólares en multas a personas sin hogar en la ciudad.
¿Qué está en juego?
Más allá de los tecnicismos legales, lo que está en juego es la visión de ciudad que Houston quiere proyectar. ¿Será un espacio donde la solidaridad tenga cabida en plazas y parques, como soñaba George Hermann hace un siglo, o un lugar donde las políticas de seguridad y orden público limiten estas expresiones de apoyo comunitario?
La respuesta que dé la corte federal en los próximos meses marcará un precedente no solo para Houston, sino para otras ciudades de Texas y del país que enfrentan dilemas similares.