Washington.- A partir de la medianoche del 01 de octubre, el Gobierno de los Estados Unidos cerró por falta de financiación. El motivo del cierre fue que el Congreso no logró ponerse de acuerdo sobre un nuevo presupuesto ni sobre un proyecto de ley de financiación provisional para mantener el Gobierno en funcionamiento cuando el antiguo presupuesto expiró a finales de septiembre.
Aunque los republicanos tienen mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, la aprobación de un proyecto de ley de financiación requeriría sesenta votos en el Senado, algo que los republicanos no tienen. Los republicanos necesitarían al menos siete demócratas en esta cámara para aprobar una ley provisional que permitiera la reapertura del Gobierno.
Los demócratas han dejado claro que su aprobación de cualquier proyecto de ley provisional requeriría que se ampliara la Ley de Asistencia Asequible y que se revocaran los recientes recortes a Medicaid incluidos en el proyecto de ley One Big Beautiful Bill de Trump.
Por su parte, los republicanos insisten en un proyecto de ley de financiación provisional sin más y el presidente Trump amenaza con hacer permanente la suspensión de muchos trabajadores del gobierno federal. Esto podría significar que, mientras que en el pasado los cierres del Gobierno han sido de corta duración, este cierre podría ser más duradero. Esto parece ser especialmente cierto, ya que el presidente Donald Trump podría querer ganar puntos políticos echando la culpa del impopular cierre del Gobierno a los demócratas antes de las elecciones legislativas de mitad de mandato en noviembre de 2026.
Aunque hasta 750 mil empleados federales podrían ser suspendidos y muchos servicios gubernamentales no esenciales podrían verse interrumpidos por el cierre, el impacto económico sería limitado en caso de que el cierre fuera de corta duración. Una regla general aceptada es que el producto interior bruto trimestral se reduciría en torno a 0,1 puntos porcentuales por cada semana que durara el cierre. Sin embargo, si el cierre se prolongara durante uno o dos meses, las consecuencias económicas podrían ser considerables. Esto se debería, entre otras cosas, a las dudas que suscitaría sobre la capacidad de Washington para controlar sus finanzas públicas.
Una vulnerabilidad clave de la economía estadounidense es que actualmente registra déficits presupuestarios muy elevados que deben financiarse en gran medida mediante préstamos extranjeros. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, durante la próxima década, la «gran y hermosa» ley de Trump añadirá alrededor de 3.5 billones de dólares al déficit presupuestario. A su vez, eso mantendría el déficit presupuestario por encima del 6.5% del PIB hasta donde alcanza la vista y llevaría la ratio de deuda pública sobre el PIB a un 128%, similar a la de Grecia, para el año 2034.
El Congreso Nacional en Washington, ha completado las asignaciones presupuestarias antes del inicio del año fiscal en solamente cuatro veces en los últimos 40 años.
La última vez que el Congreso completó todos los proyectos de ley a tiempo fue hace 29 años en 1996, cuando era presidente Bill Clinton. Hasta el momento, luego de 6 votaciones, no se ha podido llegar a un acuerdo.