México.- Las niñas, niños y adolescentes que migran a través de México en busca de seguridad se enfrentan a niveles alarmantes de violencia, separación familiar e incertidumbre en la frontera norte del país, según un estudio de Plan Internacional y Save the Children en México.
La investigación, basada en 155 entrevistas con niños, niñas y adolescentes migrantes y sus cuidadores en tres de las principales ciudades fronterizas de México (Ciudad Juárez, Reynosa y Tijuana) revela que, tras huir de la violencia, muchos se encuentran en albergues superpoblados, sin escolarizar y solos en barrios inseguros, donde se enfrentan a más peligros y se les siguen negando sus derechos.
Aunque muchos de los niños, niñas y adolescentes encuestados viajaron inicialmente con su familia o un ser querido, el viaje a menudo desembocó en una dolorosa separación.
En Ciudad Juárez, casi dos de cada tres niños, niñas y adolescentes s (63.5%) salieron de casa con un padre o tutor, pero sólo un tercio llegó a México con alguien a su lado. Esta separación hace que la niñez (especialmente las niñas) sean más vulnerables a la violencia, la explotación, la trata y el reclutamiento forzoso por parte de grupos armados.
“El crimen organizado tiene muchas formas de encontrarte y agarrarte. Hay muchas zonas en las que es difícil huir si intentas escapar”, dijo José, un adolescente no acompañado de 16 años entrevistado en Ciudad Juárez.
El número de niños, niñas y adolescentes no acompañados que emprenden el viaje a México se ha disparado en los últimos años, pasando de casi 69 mil 500 en 2019 a más de 137 mil en 2023, impulsado por la escalada de violencia, la pobreza y los desplazamientos relacionados con el clima. Muchos, especialmente las niñas, son víctimas de violencia sexual y de género, explotación y otros peligros cuando viajan solos en busca de seguridad.
Para muchos de estos niños, niñas y adolescentes, su viaje no termina en seguridad una vez que llegan a la frontera norte de México, sino en más penurias. Las entrevistas revelan que a menudo se ven obligados a vivir en condiciones inseguras durante meses.
En Reynosa, por ejemplo, una de cada tres niñas entrevistadas llevaba más de seis meses viviendo en refugios para desplazados, a menudo confinadas en zonas inseguras en áreas de alto riesgo, donde temen ser secuestrados.