El transbordador Discovery podría llegar a Houston en piezas. La polémica mudanza enfrenta a políticos y museos por su alto costo y complejidad.
La esperada llegada del transbordador Discovery a Houston se ha topado con una complicada realidad logística y una agria batalla política. Un memorándum confidencial del Smithsonian, obtenido por medios de comunicación, revela que transportar la nave espacial desde Washington D.C. hasta su nuevo hogar propuesto en el Space Center Houston podría costar hasta $150 millones y, lo que es más preocupante, requeriría desmontar el vehículo en piezas, arriesgando daños irreparables a su histórico escudo térmico.
Este controvertido plan para traer el transbordador Discovery a Houston fue impulsado por los senadores texanos Ted Cruz y John Cornyn e incluido en una ley de gastos federales más amplia firmada en julio. Sin embargo, la brecha entre los $85 millones asignados por el Congreso y la estimación real del Smithsonian, que casi duplica ese monto, ha encendido las alarmas y desatado un enfrentamiento entre legisladores, preservacionistas y las propias instituciones a cargo del legado espacial.
Para una ciudad cuya identidad está intrínsecamente ligada a la NASA y la exploración espacial, la posibilidad de albergar el transbordador Discovery es un asunto de orgullo cívico. Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es: ¿vale la pena el riesgo y el costo si la nave podría resultar dañada irreversiblemente en el proceso?
El Desafío Logístico: ¿Por Qué el Transbordador Discovery Podría Llegar a Houston en Piezas?
El principal obstáculo para la mudanza del transbordador Discovery a Houston es su colosal tamaño y peso. Con 37 metros de largo y un peso de más de 80 toneladas, el Discovery no es una carga que se pueda simplemente cargar en un camión y transportar por carretera. El memorándum del Smithsonian y la NASA es claro: «Creemos que el Discovery tendrá que sufrir un desmontaje significativo para ser movilizado».
La gran preocupación se centra en las más de 30,000 losetas de sílice que componen su Sistema de Protección Térmica (TPS). Estas losetas, una innovación revolucionaria que permitió al transbordador soportar temperaturas de hasta 2,300 grados Fahrenheit durante el reingreso a la atmósfera, son increíblemente frágiles. «Sin ello, el programa del transbordador no habría sucedido», explicó la Dra. Olga Bannova, profesora de la Universidad de Houston que investiga arquitectura espacial. «Es un componente absolutamente crítico».
John Kennedy McCoy, quien trabajó como técnico en esas mismas losetas, expresó su consternación: «Dejará de ser una nave espacial… la convertirán en una exhibición de circo si la van a parchar con cinta adhesiva y alambre».
Mover el transbordador Discovery a Houston intacto parece, según los expertos, una misión casi imposible sin comprometer su integridad histórica.
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Una Batalla Política Interestatal por el Legado Espacial
La lucha por el transbordador Discovery ha trascendido lo logístico para convertirse en un campo de batalla político. Los senadores Cruz y Cornyn acusan al Smithsonian de realizar «cabildeo ilegal» y difundir «desinformación sobre el costo y la logística de la mudanza». Han llegado al extremo de solicitar una investigación del Departamento de Justicia contra la institución museística.
En el otro extremo, senadores demócratas de estados como Virginia, Illinois y Arizona—este último representado por el exastronauta Mark Kelly, quien piloteó el Discovery—están pidiendo al Comité de Apropiaciones del Senado que bloquee los fondos para la reubicación. El senador Mark Warner de Virginia criticó la medida, calificándola de tomar «un activo nacional lejos del Smithsonian, donde se exhibe para que los estadounidenses lo vean gratis, y moverlo a una instalación en Texas donde los visitantes tendrán que pagar una tarifa de admisión costosa».
Este forcejeo político opaca lo que debería ser una celebración del legado espacial nacional y plantea dudas sobre si el esfuerzo por traer el transbordador Discovery a Houston se trata más de una victoria política que de una preservación histórica genuina.
El Vínculo de Houston con el Discovery y el Futuro de la Misión
Aunque el transbordador Discovery nunca aterrizó físicamente en Texas, su conexión con Houston es innegable y profunda. Durante sus 39 misiones y 365 días en el espacio, los astronautas del Discovery vivieron y entrenaron en el Centro Espacial Johnson. Desde el Control de Misión en Houston, se monitoreó y dirigió cada uno de sus viajes al cosmos. Para muchos en la ciudad, traer el transbordador es un reconocimiento tardío a la contribución central de Houston en el programa de transbordadores.
Mientras la polémica continúa, el Space Center Houston, el probable destino final del transbordador Discovery, mantiene una postura cautelosa. Keesha Bullock, su directora interina de mercadotecnia, declaró que la decisión de cómo mover la nave recae en los equipos de ingeniería del Smithsonian y la NASA. «Sea cual sea el método, saben que se manejaría bajo estrictos protocolos de conservación, y nuestro enfoque aquí en el Space Center Houston es estar listos… para recibir al Discovery de manera segura».
La misión de traer el transbordador Discovery a Houston se ha convertido en un rompecabezas de altas finanzas, política de alto nivel y conservación histórica. La pregunta final sigue sin respuesta: ¿Se puede lograr esta hazaña logística sin destruir la misma reliquia que se pretende honrar? La respuesta determinará si Houston recibe una pieza intacta de la historia espacial o un recordatorio fragmentado de una batalla política que puso en riesgo un tesoro nacional.