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Oportunidades de quienes viven dos culturas

by La Prensa de Houston

Claudy Morales, Periodista e Influencer 

Quienes venimos a Houston traemos nuestras raíces, nuestro idioma, nuestras costumbres. Pero nuestros hijos, esos que nacieron aquí o llegaron pequeños, crecen con un regalo invaluable: el de vivir en una ciudad donde hablar dos idiomas y moverse entre dos culturas no solo es posible, sino también una gran oportunidad.

Houston no es solo diversa en acentos o gastronomía. Es una ciudad que, sin pretenderlo, forma a una generación de jóvenes biculturales, bilingües y resilientes. Aquí, casi la mitad de los menores de edad vive con al menos un padre nacido en otro país, según datos del Instituto de Políticas Migratorias. Y eso marca una diferencia profunda en su formación emocional, educativa y social.

Desde muy temprano, estos niños aprenden a navegar entre dos mundos: uno que habla inglés en la escuela, y otro que habla español en casa. Uno que celebra el Día de Acción de Gracias o el 4 de julio, y otro que conserva con orgullo las tradiciones del país de origen de sus padres, llámese Día de los Muertos o Grito de Independencia. Esa dualidad, lejos de ser un obstáculo, es una riqueza.

Según datos publicados por medios especializados en educación, publicados en Internet, los estudiantes que están aprendiendo inglés como segundo idioma han aumentado significativamente en la última década, y hoy representan casi un tercio de la población escolar en la ciudad. Esto ha llevado a que se desarrollen más programas con enfoque bilingüe o de transición lingüística, donde el idioma original se mantiene mientras se fortalece el dominio del inglés.

Estas iniciativas, respaldadas por estudios de organizaciones como Children at Risk y el Centro Kinder de la Universidad Rice, demuestran que cuando los niños reciben apoyo educativo adaptado a su realidad lingüística, pueden alcanzar niveles académicos tan altos como sus compañeros angloparlantes, y en muchos casos superarlos.

Ser bilingüe en Houston ya no es una etiqueta, es una ventaja. De acuerdo con un informe de Latinos for Education, los jóvenes que dominan más de un idioma tienen mejores oportunidades de empleo, mayor autoestima y una capacidad comprobada para adaptarse a entornos diversos, algo cada vez más valorado por empleadores, universidades y la comunidad en general.

Además, vivir en una ciudad donde la diversidad no es un eslogan, sino una realidad diaria les permite desarrollar algo aún más poderoso: una identidad flexible y segura. No sienten que tienen que elegir entre lo que son y lo que el entorno espera. Pueden ser ambas cosas. Pueden abrazar sus raíces sin dejar de proyectarse hacia el futuro.

El desafío, por supuesto, está en acompañarlos bien. Muchos padres hispanos quieren involucrarse más en la educación de sus hijos, pero enfrentan barreras idiomáticas. Según estudios, más del 80 % de las familias inmigrantes estarían más activamente presentes en las escuelas si hubiera más personal que hablara español. Ese es un reto que Houston aún está resolviendo, pero que forma parte de la conversación actual.

También ha crecido el número de centros educativos alternativos y programas especiales pensados para hijos de inmigrantes que llegan a distintas edades. Algunos ofrecen clases intensivas de inglés, apoyo emocional y estructuras flexibles que les permiten insertarse con más confianza en el sistema escolar estadounidense.

Pero más allá de las políticas y los programas, lo que define esta experiencia es algo humano: la posibilidad real de que nuestros hijos puedan tener lo mejor de dos mundos. Que aprendan inglés con fluidez sin olvidar el español con el que se les arrulló. Que puedan soñar en grande, con identidad, con propósito, con la certeza de que Houston también es suyo.

Porque en esta ciudad, crecer con dos culturas no es confuso. Es enriquecedor. Aquí, ser hijo de inmigrantes no es una categoría. Es una fuerza.

Y esa fuerza, cuando se acompaña con amor, se traduce en generaciones que no solo salen adelante, sino que inspiran. Porque sí, nuestros hijos también están contagiando amor por Houston.

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