Ni de un lado ni del otro, pero hay que hablar del tema, y es que con la controversia que rodea a la nueva Miss Universo, Fátima Bosch, sobre todo de lo que vivió recientemente en un programa de televisión a donde fue invitada y donde los presentadores se fueron directos a la yugular con las preguntas de lo que ellos llamaron “el tema del día”.
Este certamen en su edición número 74 ha sido diferente desde sus inicios, al igual que la participación de Bosch. Cuando digo diferente, me refiero a que se comenzaron a cimentar escándalos alrededor de lo que debía ser una de las fiestas de belleza y empoderamiento a la mujer más importantes del planeta.
Hay mucho que opinar, y seguramente algunos estarán de acuerdo y otros no, pero hablo desde mi experiencia como periodista por veinte años, en su mayoría enfocado en el entretenimiento.
En estas pasadas semanas, el escándalo mediático se ha ido incrementando como una bola de nieve, dejando de lado el esfuerzo y trabajo que ponen las participantes y, por supuesto, la ganadora, que, independientemente de todo lo que se diga, ella trabajó al igual que las demás en prepararse para participar.
Pero voy a volver al tema de la entrevista en el programa de televisión de la cadena que incluso tiene o tenía los derechos para transmitir el certamen.
Es verdad que tenemos que preguntar del tema del día; es verdad que la gente quiere escuchar de la controversia y ver qué tiene que opinar el entrevistado. Sin embargo, uno como entrevistador tiene que crear cierta conexión con el entrevistado. ¿Cómo se hace? Les contaré mi experiencia, primero comenzando la conversación referente a temas que son de interés y que tal vez parezca que son repetidos, pero uno tiene que saber formular las preguntas y ver lo más que pueda decir y que sume cosas que no ha dicho a otros medios.
Por más seria o divertida que se lleve la entrevista, hay que dar ese sentido de conversación, que no sea como un interrogatorio, que fue lo que percibí al ver los videos de dicho programa.
En una ocasión me tocó entrevistar a un cantante muy famoso; su madre acababa de fallecer y él no iba a hablar del tema, me dijeron. Pero era un tema que marcaría la diferencia en mi entrevista, sin dejar de lado el propósito, que era hablar de su nuevo disco.
Cuando llegó el momento de preguntarle sobre el momento que pasaba por la muerte de su madre, lo llevé a un momento especial que había tenido en unos premios donde dedicó ese momento a ella; entonces le solté la pregunta. Recuerdo que me dijo que no hablaba de cosas personales, pero por la manera en que le pregunté y abordé el tema, me iba a contar.
Entonces, al ver ese programa, cómo bombardearon a Bosch, dije: pudieron preguntarle de los temas que ella buscaba hablar, que incluso les recalcó, y aún siguieron insistiendo, escudándose en que lo hacían de manera “periodística”.
A veces, entrar de lleno no es la forma y no lo será todo; si querían su respuesta, hubiesen buscado la manera y seguro obtenían alguna respuesta. Tal vez no lo que buscaban porque, al fin de cuentas, los temas de los que se le preguntó no dependen de ella.
Si estamos de acuerdo o no, si la apoyamos o no, lo que sabemos es que ya se coronó como la más bella del universo.
¿Usted qué opina?