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Vendedores ambulantes, vulnerables ante la ola de calor

Con la finalidad de ganar dinero para sobrevivir salen a las calles, pero recientemente la ola de calor ha afectado sus ventas.

by Alba Romero

A todos les gusta disfrutar de los tacos de ‘traila’, pero solo los que trabajan allí saben lo que cuesta preparar esa comida rica para el cliente.

“En el tiempo de calor sufrimos muchísimo, muchísimo, muchísimo. A veces la gente dice que estamos de mal humor, que atendemos mal, pero nadie sabe realmente lo que estamos pasando. Es un camión, no un restaurante. Un restaurante es bien diferente porque tiene aire, aquí no, nosotros estamos solamente con la bendición de Dios trabajando”, compartió Dalia Zúñiga, originaria de México y dueña de la taquería El Jaibo.

Desde las 9 de la mañana, Zúñiga comienza su día de trabajo dentro de la taquería, junto a su hijo Francisco Ramón Ortiz Jr, quien desde que tenía siete años ha acompañado a sus padres a manejar el negocio. “Nosotros empezamos, abrimos, preparamos, y salimos a las dos o tres, y ya se quedan los trabajadores en la tarde”, dijo Zúñiga.

Mientras que los clientes se sientan en sus autos con aire acondicionado, saboreando la comida, a los trabajadores de El Jaibo se les “sube la presión”, se deshidratan, y hasta se enferman por el calor que sienten dentro del camión. 

Y aunque la dueña dice que prenden el aire acondicionado, no es suficiente para enfriar el camión “porque uno abre, tiene que atender a los clientes, entonces no enfría nada. Este camión tiene dos planchas, imagínese el calor”, explicó la propietaria.

Zúñiga admitió que aún cuando las temperaturas bajen, eso no cambiará la lucha contra el calor. “No es que en tiempo de frío ya vienen los mejores días, no porque en un camión nunca se da abasto, frío o calor siempre estamos sufriendo”.

“Pero aquí estamos saliendo adelante”, agregó Zúñiga. “Lo hacemos para salir adelante como familia y para servir al público.”

Desafíos de una vendedora de frutas

Otros dueños de negocios enfrentan los mismos retos con el calor de Houston.

La vendedora de frutas y chicharrones, originaria de Guatemala, María Rodríguez, tiene 9 años trabajando por su propia cuenta. Antes de comenzar a vender fruta, fue trabajadora en un restaurante, pero por su estado legal decidió tomar la ruta de auto emplearse. 

Rodríguez aprovecha la mañana después de dejar a sus hijos en la escuela para cortar y embolsar fruta antes de llegar a su locación. Al igual que Zúñiga, Rodríguez le enseña a sus hijos a producir y administrar las ventas.

“Como ya empezó la escuela ha bajado mucho la venta. Por lo mismo que la gente no quiere salir a comprar, no quiere salir a las calles por el calor”, explicó Rodríguez. Para protegerse del calor, la vendedora usa una camisa de manga larga para evitar quemarse. Además, dice que hay veces que “se desespera estando en el calor”, pero la necesidad la hace seguir trabajando.

El calor no es lo único que intenta detener las ventas. Ya que también enfrenta desafíos con los permisos necesarios para correr su negocio. “Hay un tiempo que estuvo molestando mucho la ciudad, dejamos de vender porque venía la ciudad, nos ponía multas, nos quitaba la fruta y pues gracias a Dios aquí donde estamos nosotros, el manager nos ha dado permiso. A veces de sorpresa viene la ciudad y nos tira todo porque no tenemos permiso”, compartió. 

“Vamos a la ciudad para que nos den un permiso y no, para nosotros como andamos en triciclo no hay permiso”, explicó. Al igual, dijo la vendedora que enfrentan barreras al intentar rentar un local porque les piden el seguro social. 

A pesar de los desafíos, dejar el negocio no es una opción para Rodríguez, “mientras yo tenga fuerzas voy a seguir ayudando”, finalizó. 

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