El arbolito de Navidad completamente adornado con muchas esferas, moños y lucecitas, siempre lleno de regalos en su parte inferior, todos adornados con papel colorido. Eso vemos en escenas de tarjetas navideñas y en películas, también somos bendecidos de verlas en muchos de nuestros hogares, esos regalos para nuestros seres más queridos en esa fecha tan especial. Nos esforzamos siempre por tener los mejores detalles para darles en esta época festiva y que lo disfruten y se sorprendan al abrir cada regalo.
Sin embargo, no todos tienen la misma bendición que muchos de nosotros tenemos, hay quienes no pueden tener ese arbolito en la sala de su casa, hay quienes ni casa tienen, hay quienes no tienen esos regalos para dar a sus seres amados, no tienen oportunidad de complacer a sus niños ni con una cena decente en la Nochebuena.
Entonces, los que si gozamos de ese privilegio que nos da Dios o en la entidad en la que cada uno cree, pero que al final son esas bendiciones, porque no detenernos a pensar en todas esas personas que no tienen un juguete para dar a sus hijos o nietos, que a pesar de trabajar duramente todo el año no tienen la posibilidad de adquirir ese detalle especial.
Pensar en las personas que esta Navidad no gozan de buena salud y por eso no pueden proveer algo para las personas que quieren. Y así podemos ir por cada esquina y ver a personas pidiendo algo de ayuda para comprar un pan para llevarse a la boca.
Los que están lejos de sus seres amados y que no los verán en esta fecha, hay muchos desafortunados en estas Navidades y nosotros tal vez no podamos conquistar el mundo, pero sí dar una sonrisa a una persona o más.
Es la época de compartir, de dar y de abrazar, hay quienes necesitan un regalo material y hay quienes necesitan un regalo moral o espiritual, un simple abrazo o un apretón de manos.
Todos tenemos la oportunidad de convertirnos en ese Santa Claus, en esa estrella de Belén que da un poco de luz y esperanza a una persona. Si tenemos la posibilidad económica, podemos buscar organizaciones que obsequian juguetes a los niños de familias necesitadas y que al recibir un detalle, están teniendo una bella Navidad, las que llevan cobijas a los desamparados e indigentes en esta época de frío, las que sirven comida enfrentado a veces las leyes que lo prohíben, pero quiere dar un plato de alimentos calientitos a los que pasan hambre.
También podemos dar el regalo de escuchar a las personas que buscan expresarnos sus pesares y situaciones. Tal vez no somos expertos en consejería, pero sí podemos ser pacientes y prestarle la atención que alguien necesite. Incluso hasta podemos aconsejarle a buscar ayuda con los profesionales correctos.
No nos limitemos a nuestro entorno, hay que ver más allá y hay que ver con ojos de compasión al prójimo. Al final de cuentas, es de lo que se trata esta época.
No importa la religión que profesemos, se trata de armonía, paz, amor y mucha empatía. De eso se trata la Navidad, al final de cuentas ese fue el mensaje de quién es por qué celebramos en estos días.
Ahora toca a cada uno reflexionar y pensar en ese regalo que queremos dar.
